sábado, 20 de septiembre de 2008

defenderse de la violencia, derecho humano

Germán Rampo sacó una nota hace tiempo con una foto de un torero. Esta foto me recuerda a las situaciones de éxito y euforia por el triunfo, por el logro realizado. Y las situaciones que mostraban las imágenes de los toros en España me remitían a esa cultura de la entrega y la pasión que había recibido yo de niño.
Este año comenzaron a correr algunos mails sobre el salvajismo de las corridas de toros, lo sangriento del espectáculo y lo desvalido que se halla el toro (como tantos otros animales a los que somete el hombre para su regocijo) ante la organización del hombre "para que las cosas sucedan como debe ser", cosas que yo no había evaluado pues desde siempre había aceptado "esa realidad".
Es sorprendente cómo algunos de nosotros aceptamos, toleramos y nos corremos del protagonismo de rechazar los hechos de violencia como éste al que me refiero o los de violencia cotidiana a los que nos vemos sometidos, sin atisbar un cambio de actitud para mejorar la vida que vivimos.
Lo grotesco de la violencia muchas veces nos somete. Es tal el modo en que nos inunda que no tenemos estrategias para defendernos: pensamos que reaccionar ante la violencia nos haría violentos y que esto algún daño colateral nos traerá. Que los malos se enterarán y nos vendrán a buscar a cualquier lugar en donde nos encontremos. No hay refugio.
De algún modo también recibimos impresiones de que aquellos que aman la violencia y cierto tipo de actividades violentas se enojarán con nosotros si se enteran que tenemos opiniones descalificadoras. No sabemos cómo reaccionar ante la violencia cotidiana. ¿Podríamos "no hacernos cargo" de lo que se supone que deberíamos aceptar? Es una primera actitud.
Ojalá podamos encaramarnos en una actitud más vital que nos permita ser más auténticos, al sentir respeto por nosotros mismos y defendamos nuestro derecho a ser sensibles, humanos, respetuosos por la convivencia y los seres que habitamos el planeta.
No deja de fascinarme las luces del toreo, las imágenes de los triunfadores, la energía de los animales involucrados y me sorprende el comentario de Germán cuando hace alusión a la difusión y popularidad internacional de la tauromaquia:
"En este maratón de muerte y desprecio de la vida, aunque precursora, España no tiene exclusividad, ya que comparte cartel con Francia, Portugal, México, Colombia, Venezuela, Perú, Ecuador, Estados Unidos, Cuba, Brasil, Guatemala, Armenia, Corea, Holanda, Inglaterra, Italia, Japón, Rusia y China, entre otros, con distintos niveles de popularidad." 
Yo asocio a estas comunidades como ajenas a la cultura de la tauromaquia y lo que podríamos llamar su sadismo, pero indudablemente que estos hechos son vistos y disfrutados por infinidad de personas que no alcanzan a ser mayoría en sus respectivos países. 
Busquemos otros motivos de satisfacción y de empatía con el triunfo.
Gracias a Germán. Su visión de los hechos está a favor de la vida.
http://versionesdelarealidad.blogspot.com/2008/07/los-toros.html

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