sábado, 20 de diciembre de 2008

carta a mi amigo quien me propuso mirar otras realidades a las que no miramos.

Amigo, un abrazo fraterno te envío.

Esta es la lucha cotidiana para intentar rescatar lo que está frente a nosotros en la vida cotidiana.

Aún los limpiavidrios de las paradas en el semáforo que con ilusión y casi siempre sin resentimiento apelan a tarea ímproba, solitaria, irrespetuosa: "tengo que sobrevivir" es su consigna...

El domingo pasado volvíamos a casa con Silvia y estaba un tipo en una esquina (Bulnes y Díaz Vélez) al atardecer con sus pequeños adminículos.

Mientras él caminaba entre los autos su mujer con su bebé le hacían el aguante en la vereda.

Estaban solos ellos tres y parecía como si el mensaje fuera: "saqué a mi mujer a pasar la tarde" y mientras él pelaba las pocas monedas que le daban, ella se mantenía humilde y compañera en aquella vereda.

No tenían para nada aspecto de villeros y yo adivinaba que eran una familia del barrio "mejorando su suerte".

La suerte está echada!

Aquí andamos por la vida, muchas veces con nuestra solitaria vida, como son la mayoría de los trabajos y tareas que tenemos que realizar,

esperando innumerables horas hasta que aparezca "el cliente del día".

Nuestra responsabilidad es nuestra propia dignidad,

de traer algo para los garbanzos de algún recuerdo de puchero y de seguir bregando sin saber qué mejor cosa hacer, en tanto laboramos casi como autómatas de realizar estas tareas... esperando que la suerte cambie, que los vientos cambien (como se decía en una frase marinera).

Decía una frase: si las cosas te van mal, no sigas haciendo lo mismo!

Y las duras preguntas son

¿quién detiene a la realidad mientras yo busco otra cosa para hacer y cumplo con mis compromisos monetarios y familiares?

¿quién le dice a la realidad que me espere mientras me capacito para realizar una nueva tarea?

¿o me vuelvo un inversor exitoso, con dinero que no tengo?

Salud! Para mi amigo que la pelea.

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