viernes, 26 de septiembre de 2008

auto eficacia, desarrollo de fortalezas de carácter

http://www.business-opportunities.biz/page/3/

If At First You Don’t Succeed, You’re In Excellent Company
September 18, 2008 by Rich |

The Wall Street Journal:

J.K. Rowling’s book about a boy wizard was rejected by 12 publishers before a small London house picked up “Harry Potter and the Philosopher’s Stone.”

Decca Records turned down a contract with the Beatles, saying “We don’t like their sound.”

Walt Disney was fired by a newspaper editor who said he “lacked imagination.”

Michael Jordan was cut from his high-school varsity basketball team sophomore year.

What makes some people rebound from defeats and go on to greatness while others throw in the towel?
Psychologists call it “self-efficacy", the unshakable belief some people have that they have what it takes to succeed.

First described by Stanford University psychologist Albert Bandura in the 1970s, self-efficacy has become a key concept in educational circles, and is being applied to health care, management, sports and seemingly intractable social problems like AIDS in developing countries.

It’s also a hallmark of the “positive psychology” movement now sweeping the mental-health field, which focuses on developing character strengths rather than alleviating pathologies.

Self-efficacy differs from self-esteem in that it’s a judgment of specific capabilities rather than a general feeling of self-worth. “It’s easy to have high self-esteem — just aim low,” says Prof. Bandura, who is still teaching at Stanford at age 82.

On the other hand, he notes, there are people with high self-efficacy who “drive themselves hard but have low self-esteem because their performance always falls short of their high standards.”
(continúa...)
http://online.wsj.com/article/SB120940892966150319.html

historias inocentes de Mora Torres

Canto de Primavera - Editorial
Frase de la semana
"Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera."
-Pablo Neruda

En mi país es primavera (Primavera roja), es decir que sentimos que vamos a nacer. El velado, el oscuro y, según cuentos de infancia (Cuentos de hadas; magia, fe y encanto), malhumorado invierno nos deja pasar hacia el sol (El Sol y su estructura).

Todo empieza a vestirse de inocencia: la primavera es naiff (Arte y diseño en discusión).

También la gente de Oriente lo considera así, y yo creo mucho en la sabiduría oriental: para ellos, las estaciones del año representan edades del desarrollo humano (Lilah).

Toda la vida preferí el invierno (¿quiere decir que toda la vida fui una anciana?) por lo privado, pero además porque me gusta afrontar el frío, la tempestad y las lluvias heladas como si estuviera dentro de una película de aventuras: siempre al final llego a mi casa entibiada por el fuego de la estufa con olor a eucalipto (Consumo y ahorro de energía en el hogar y la oficina). O elijo un atardecer ventoso para andar por un barrio de casas viejas (Rescate y conservación del patrimonio local) y siento que fui a dar con mi máquina del tiempo a la Edad Media.

Sin embargo, la primavera tiene más delicadezas y ha inspirado música como la de Vivaldi, cuadros como los de Boticelli;

yo misma, modestamente, escribí un cuento - “Parece que están floreciendo las violetas”- sobre algo que le pasó a mi amigo Silvio cuando vino una vez a Buenos Aires en primavera.

Parece que están floreciendo con ganas las violetas

La mujer que entraba aquel domingo en el cementerio de la Recoleta no llevaba paraguas.

Silvio acababa de abrir el suyo, porque la llovizna, que le permitió curiosear tranquilamente tumbas y mausoleos, inscripciones y lápidas, se había convertido en temporal.

A tal punto había sido apenas húmeda la siesta dominguera, que Silvio pudo sentarse a observar largo rato muy cerca de un panteón, a un señor con botella termica en ristre, que golpeaba la puerta y llamaba en voz alta: “¡Ojeda, Ojeda!”

El hombre persistía en su llamado, en el que se mezclaban cierta sorpresa y cierta preocupación. Al rato –Silvio me lo contó- apareció uno de los cuidadores del lugar, que le dijo: “Ojeda salió y no va a volver hasta la noche”.

El cuidador, viendo que Silvio observaba la escena, se le acercó y le contó que esta persona solía venir venía todos los domingos a la tarde, con su termo y su taza de aluminio, y que cada vez debía encontrar una historia distinta: “Ojeda pidió que no lo despierten, porque anoche no consiguió pegar un ojo”, u, “Ojeda se quedó a dormir en lo del hermano, porque la mujer tuvo familia”, o bien, “Ojeda se fue al campo, porque tenía que vender unas vacas”.

Lo curioso es que el amigo de Ojeda aceptaba siempre con simpatía estas excusas y se iba diciendo: “Dígale que el domingo que viene vuelvo a visitarlo”.

Ojeda parecía tenerlo todo: hermana, hermano, hijos, nietos, sobrino, abuelos, padres, campos, insomnio. Ninguna excusa le sonaba incongruente sospechosa al visitante que, además, demostraba al marcharse algo de alivio. Pero nunca dejaba de volver.

(Continúe leyendo este artículo y deje su opinión en nuestro Blog: "Canto de Primavera")
Por Mora Torres