jueves, 18 de diciembre de 2008

el calor nos acompaña como un estado de ánimo...

Vieron?
Dicen que la compañía de otras personas de hecho nos afecta en nuestra actitud y conductas.
No sentimos mejor o peor según nuestro entorno o según lo que represente una noticia o información que pueda modificar nuestro momento.

Algunas personas cuando participan en un espectáculo se sienten estimulados, excitados y de algún modo demuestran su euforia como no lo harían sin el entorno que encuentran en un evento.
Alegría, pasión, aturdimiento, no necesariamente todo junto.
Pero es cierto aquello de que la empatía con las personas que nos rodean, que muchas veces tomamos como ejemplo para actuar de acuerdo, nos potencia.

Quien se mantiene aparte - por el contrario - que acompaña al espectáculo o evento tímidamente no logran empatizar, recibir el estímulo de los otros asistentes y sus vivencias de satisfacción son más pobres.
El que disfruta también de ver disfrutar a los otros participa mejor de los eventos, su vida se desliza hacia donde va el sentimiento masivo.

Aquí se bifurcan los caminos, se distancian las categorías... ¿qué es más valioso el sentimiento individual, solitario o el sentimiento que se disfruta en contacto con otras personas?
Que cada uno elija el que quiera, pero viviendo en sociedad es bueno poder participar de convocatorias compartidas.

Y aquí tal vez algo gracioso:
cualquier evento en el que participemos... cuando está inundado de calor climático nos provoca como un aletargamiento que nos exige ralentizarnos para soportar el embotamiento, en una acción pausada tal vez como si esto fuera necesario para que nuestra circulación sanguínea pueda seguir corriendo en nuestras venas y arterias y seguir adelante con los procesos vitales.

Cual es la gracia... que el fragor nos frena. Y también su opuesto el frío extremo.

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